¿Por qué se llama “fascista” a la derecha si el fascismo nace del socialismo?

En el debate político contemporáneo, especialmente en redes sociales y medios ideologizados, el término “fascista” se ha convertido en una etiqueta recurrente contra personas, movimientos o ideas identificadas como de derecha. Sin embargo, esta acusación no solo es conceptualmente errónea, sino históricamente insostenible.
Lejos de ser una doctrina nacida en la derecha liberal o conservadora, el fascismo emerge del socialismo europeo de comienzos del siglo XX, como una de sus mutaciones autoritarias. Comprender esto no es un ejercicio retórico, sino una necesidad intelectual para ordenar el debate público.

  1. El origen socialista del fascismo: un dato histórico, no una opinión

El fascismo italiano nace directamente del socialismo revolucionario.
Benito Mussolini, fundador del fascismo, no solo fue socialista:
fue dirigente del Partido Socialista Italiano, director del periódico Avanti! y militante marxista antes de romper con el partido en 1914.
El propio Mussolini reconocía esta filiación ideológica:

“No hemos abandonado el socialismo; lo hemos liberado de sus elementos internacionalistas y materialistas.”
— Benito Mussolini, La dottrina del fascismo (1932)

El fascismo no rompe con el estatismo ni con el colectivismo, sino con la lucha de clases marxista, reemplazándola por la unidad nacional forzada bajo un Estado total.
El historiador Zeev Sternhell, una de las máximas autoridades en el estudio del fascismo, es contundente:

“El fascismo es una variante del socialismo, nacida de la crisis del marxismo y del rechazo al liberalismo.”
— Sternhell, Neither Right nor Left (1986)

  1. Fascismo y socialismo: diferencias tácticas, misma raíz estatista

Aunque el fascismo y el socialismo marxista se enfrentaron políticamente, comparten elementos estructurales fundamentales:

  • Supremacía del Estado sobre el individuo
  • Rechazo al liberalismo clásico
  • Control político de la economía
  • Partido único o hegemonía total
  • Eliminación de la disidencia real

La diferencia clave no está en el grado de autoritarismo, sino en el relato legitimador:

  • el socialismo apela a la lucha de clases,
  • el fascismo apela a la nación, la identidad y el Estado total.

El economista Friedrich Hayek lo resumió con claridad:

“El fascismo y el comunismo son frutos del mismo error intelectual: la creencia de que la sociedad puede y debe ser planificada desde el poder.”
— Hayek, The Road to Serfdom (1944)

  1. ¿Por qué entonces se acusa a la derecha de “fascista”?

La respuesta no es histórica, sino estratégica y semántica.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, especialmente con la influencia de Antonio Gramsci, la izquierda abandona la revolución armada directa y adopta la guerra cultural. En ese contexto, “fascista” deja de ser un concepto técnico y se transforma en un insulto político funcional.
El politólogo Roger Griffin explica este fenómeno:

“El término fascismo ha sido tan abusado en el discurso político moderno que a menudo significa simplemente ‘algo que no me gusta’.”
— Griffin, The Nature of Fascism (1991)

Así, se etiqueta como “fascista” a todo aquello que obstaculiza el proyecto ideológico dominante:

  • defensa de la familia natural,
  • postura provida,
  • libertad económica,
  • límites al poder del Estado,
  • soberanía nacional,
  • valores religiosos o trascendentes.
  • Nada de esto es fascismo.
  • Pero todo esto incomoda al estatismo progresista.
  1. La gran inversión moral: llamar fascista al enemigo para no debatir ideas

Llamar “fascista” al adversario cumple una función clara:

  1. Deslegitima moralmente sin discutir argumentos.
  2. Evita el debate racional, trasladándolo al plano emocional.
  3. Coloca a la izquierda como árbitro moral automático.

Paradójicamente, las primeras víctimas del fascismo histórico fueron liberales, conservadores y cristianos, no los actuales acusadores.

Como advirtió George Orwell ya en 1944:

“La palabra ‘fascismo’ se usa hoy sin significado alguno, excepto en la medida en que significa ‘algo no deseable’.”
— Orwell, What is Fascism? (1944)

  1. Conclusión

Llamar “fascista” a la derecha no es un error inocente, es una maniobra ideológica.
El fascismo:

  • no nace en la derecha liberal,
  • no defiende la libertad,
  • no limita al Estado,
  • no protege al individuo.

Nace del socialismo, se alimenta del estatismo y se expresa como totalitarismo.

La derecha que hoy es atacada por ese rótulo suele defender precisamente lo contrario:
vida, familia, libertad, responsabilidad individual y límites al poder.
Cuando los conceptos se vacían, el debate muere.
Cuando se restauran, la verdad vuelve a tener fuerza política.

Bibliografía básica recomendada:

  • Hayek, F. A. – The Road to Serfdom (1944)
  • Sternhell, Z. – Neither Right nor Left (1986)
  • Griffin, R. – The Nature of Fascism (1991)
  • Orwell, G. – What is Fascism? (1944)
  • Mussolini, B. – La dottrina del fascismo (1932)

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