Introducción: la paradoja de la exclusión
Bolivia se reconoce como un Estado plurinacional fundado en la igualdad de todos sus ciudadanos. Sin embargo, una cláusula restrictiva de la Constitución Política del Estado (2009) exige haber “nacido en el territorio boliviano” para ser Presidente o Vicepresidente. Esta disposición genera una contradicción: convierte en ciudadanos de segunda a los bolivianos de origen nacidos fuera de nuestras fronteras, aunque tengan los mismos derechos y deberes que quienes nacieron dentro.
Hoy, cuando millones de bolivianos residen en el exterior y aportan decisivamente al país, negarles la posibilidad de aspirar a la más alta magistratura es una exclusión injustificada y contraria a los principios fundamentales de nuestro ordenamiento.
1. Nacionalidad de origen: un derecho adquirido desde el nacimiento
2. El principio de igualdad y no discriminación tiene prelación
3. Respaldos internacionales: el bloque de constitucionalidad
Bolivia ha ratificado instrumentos que fortalecen los derechos políticos:
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Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 23): derecho de todo ciudadano a ser elegido en condiciones de igualdad.
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Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 25): derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos sin restricciones indebidas.
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Corte IDH (OC-28/21): toda restricción a derechos políticos debe ser razonable, proporcional y no discriminatoria.
La propia Constitución boliviana (art. 256) reconoce la primacía de los tratados internacionales más favorables sobre la propia CPE. En consecuencia, las normas internacionales deben prevalecer sobre el requisito excluyente de nacimiento territorial.
4. El precedente de Rodrigo Paz Pereira
5. El camino de la unidad nacional
Conclusión: la puerta está abierta
El derecho comparado, los tratados internacionales, la prelación de los derechos fundamentales y la práctica política nacional coinciden en una conclusión: los bolivianos de origen, aunque hayamos nacido fuera del territorio, tenemos el mismo derecho a aspirar a la Presidencia de la República.
Las barreras que parecían inamovibles ya se han resquebrajado. El principio de igualdad, el bloque de constitucionalidad y la experiencia concreta de otros candidatos lo demuestran: no hay obstáculo jurídico válido para que un boliviano de origen nacido en el extranjero pueda ser Presidente de Bolivia.
Yo nací boliviano, con los mismos derechos que cualquier otro hijo de esta tierra. La Constitución no puede dividir lo que la sangre y la historia unieron. Y por eso, a pesar de las barreras aparentes, hoy puedo afirmar con certeza: sí, puedo llegar a ser Presidente de Bolivia.
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